Palabra de Día
Sección dedicada a compartir diariamente un versículo de la Biblia, acompañado de una breve reflexión. Aquí encontrarás inspiración y guía espiritual para fortalecer tu fe y aplicar los principios de la Palabra de Dios en tu vida diaria.


Primera lectura
Miércoles de la XXIV semana del tiempo ordinario (18 sep. 2024)
1Cor 12,31–13,13
Quedan la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios:
Hermanos: Ambicionad los carismas mayores. Y aún os voy a mostrar un camino más excelente. Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde. Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada. Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría. El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca. Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará. Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios. En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor.
Salmo responsorial
Sal 32
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones. R.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

Evangelio
Lc 7,31-35
Hemos tocado y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado
Lectura del santo Evangelio según san Lucas:
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes? Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de: “Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”. Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».

Reflexión
Estas lecturas de hoy nos ofrecen una profunda enseñanza: el amor es la virtud más grande y el verdadero camino que Dios nos invita a seguir. San Pablo nos enseña que, sin amor, los dones espirituales pierden su sentido, ya que el amor es lo único que trasciende y permanece. Este amor se refleja en nuestra capacidad para ser pacientes, generosos, y para perdonar sin condiciones.
El Salmo 32 nos invita a confiar en la justicia y misericordia de Dios, alabarlo por su lealtad y dar gracias por ser parte de su pueblo. Nuestra alabanza a Dios debe ser una respuesta a su amor incondicional, y nuestra vida debe ser un reflejo de esa misma misericordia y justicia hacia los demás.
Finalmente, el Evangelio de Lucas nos llama a no ser indiferentes al mensaje de Dios, sino a abrir nuestro corazón y mente a las diversas maneras en que Él nos habla. Dios puede manifestarse en formas que no esperamos, y debemos estar siempre atentos y dispuestos a aceptar su sabiduría.
En resumen, la enseñanza central de estas lecturas es que el amor es el fundamento de la vida cristiana. Es lo que da sentido a todo lo que hacemos y es lo que Dios espera que vivamos en cada relación y acción. Además, debemos estar siempre abiertos a la voz de Dios, respondiendo con fe y amor a su llamado, sin endurecer nuestro corazón. Que cada día busquemos caminar este "camino más excelente" del amor, confiando en que es el amor el que nos lleva a la plenitud en Dios.